Taller de LECTURA

2017: Escrituras del YO

Primer encuentro: Presentación del programa y de los talleristas.

¡Y acá también, laaaaargamos y por primera vez en El escribiente! Como coordinadora del taller me siento muy feliz de inaugurar este año el Taller de Lectura.
Ayer iniciamos esta aventura con: Graciela, Cristina, Miriam, Nélida, Valentín, Mirta, Liliana, Inés, Rosana, Giselle,  Alicia y Carolina. Faltaron Laura y Stella Maris que se sumarán en nuestro próximo encuentro.
Comenzamos con las presentaciones en las que se destacó el deseo de sostener las lecturas propuestas, ayudados por el acompañamiento del grupo y la disciplina de ajustarse al cronograma de lecturas, también el amor que sentimos por determinados escritores y la curiosidad por saber más de ellos y de sus obras.
Luego presenté, de manera general, nuestro programa que girará en torno a las Escrituras del YO y les mostré este video para acercarnos a nuestros autores:


Continuamos con nuestro cronograma de lecturas y vimos las posibles ediciones de los libros que leeremos.
Hicimos una breve pausa para el café y nos abocamos luego al análisis de "La muerte del autor", de Barthes y a la lectura de pequeños fragmentos literarios relacionados con la problemática que presenta el crítico francés y que será el eje de nuestro programa este año.
Lentamente las voces de los talleristas empezaron a emerger y empezamos a problematizar estas prometedoras Escrituras del YO.

El 22 de abril leeremos Artaud el Momo.

¡Bienvenidos a todos y hasta nuestro próximo encuentro!


Segundo encuentro: Artaud y su genialidad.


Un encuentro muy especial porque se lo dedicamos a Antonin Artaud y a su último poemario:
Artaud el Momo.
Durante la semana, por los comentario recibidos, sabemos que fue muy resistido, sin embargo el sábado Artaud brilló y conmovió a todos.
Los talleristas contaron sus arduos procesos de lectura de este texto tan complejo y cómo debieron vencer resistencias y acomodarse a él, pero la gran mayoría salió airosa y otras, como Rosana, enamoradísma de este autor. Graciela, por su parte, realizó un interesante trabajo textual de rescatar -y nos leyó- todos los versos que hablan de la gran lucidez de este poeta al momento de cuestionar a la sociedad toda y a la medicina en particular. Contrapusimos ese análisis con su Carta a los directores de asilos de locos (de Carta a los poderes, 1925), en la que con una retórica argumentativa perfecta expone la misma crítica.
También leímos un par de cartas que en su juventud le escribió a Gènica, en la que vemos un Artaud enamorado, celoso, como cualquier joven de esa edad.
El resto de los talleristas rescataron el enojo, la frustración de sus versos, la crítica, la provocación y parecen manifestar que ya no serán los mismos luego de esta lectura (Artaud se sentiría complacido de escucharlos). Mirta se quedó con la tristeza que le produjo el texto. Stella lo relacionó con la actualidad.
Fue un encuentro intenso, todos querían hablar, terminamos con la lectura de algunos versos por parte de Valentín.
Hicimos una pausa y nos dispusimos a ver algunos fragmentos de la película En compagnie d`Antonin Artaud, de Mordillat. Y me parece que, como dijo Guide luego de una performance de lecturas de Artaud de sus poemas, se fueron todos un poco traumatizados, conmovidos: Artaud se llevó nuestras ganas de reír.



Fueron muy valientes los talleristas en enfrentar este duro texto, nuestro próximo encuentro será mucho más placentero. Tal vez porque en la vida hay un poco de cal y otro de arena.
Les recuerdo, principalmente a los que faltaron, que alteramos el cronograma de lecturas ya que tendremos tras semanas intermedias hasta nuestro próximo encuentro del 13 de mayo. Por este motivo aprovecharemos para analizar la novela de Puig: Boquitas pintadas.
Como me olvidé de recibirlos con música de Spinetta, del álbum que le dedicó al poeta francés, se los dejo aquí para que lo disfruten.
Hasta nuestro próximo encuentro

Tercer encuentro: Manuel Puig y sus boquitas.

Hoy tuvimos nuestro tercer encuentro del Taller de lectura: Escrituras del yo y nos abocamos al análisis de la segunda novela de Puig, Boquitas pintadas.
Fue un encuentro muy placentero en el que todos participaron revalorizando a este autor que no pudo ser profeta en su tierra y que recibió más reconocimiento en el exterior que en su país.
Vimos cómo describe y muestra la idiosincrasia de una época, la argentina rural del 30 y 40, pero que tiene reminiscencias aún en la actualidad, los elementos cinematográficos y visuales del texto, la escritura de collage con la que armó la novela en la que las tensiones entre los personajes los va sacando de su chatura y rompiendo los estereotipos. Pensamos cuánta sensibilidad tenía para ponerse en la piel de los personajes, empatía que el propio autor declaró en entrevistas tener. Carolina se preguntó y nos preguntó qué es lo que no está en esta novela que contiene hasta las cartas que no van a ser enviadas y cómo su estructura nos coloca a los lectores en una posición activa de constructores de sentido, un poco titiriteros ante la ausencia de una voz narradora. Aquello que Onetti en su momento evaluó como un defecto de la escritura de Puig y que nosotros rescatamos como su estilo: Puig hace hablar a sus personajes, no oímos la voz del narrador, no vemos los hilos del demiurgo, pero es el dueño del tablero. Un tablero enorme en el que los personajes entrarán en tensión e irán adquiriendo complejidad, densidad.
También hablamos de la hipocresía de la época, del acatamiento a normas sociales represivas, el rol de las mujeres, el papel de este don Juan desvalido que todas deseaban tener como un trofeo, de las reivindicaciones o castigos que sufrieron los personajes hacia el final, de la simbología de las cartas quemadas, de la estructura circular de la novela que empieza y termina con una muerte y unas cartas.
Seguimos, seguimos, seguimos y casi nos quedamos sin café.
Quedó mucho en el tintero, tinta/sangre, el vecino de la habitación 14 como un lector fisgón, la aprehensión de estos personajes que no se dejan encasillar, los blancos de la escritura por los que se nos escapan; una novela adelantada a su época, un libro que se enriquece en cada lectura.
Y casi nos despedimos hablando como sus personajes, con letras de tangos o de boleros, buscando nuestra forma de expresión.
Apenas nos alcanzó para verlo a Puig unos instantes en esta entrevista con Joaquín Soler:

Para nuestro próximo encuentro, el 27, leeremos los diarios de Virginia Woolf y como material complementario su ensayo Un cuarto propio.
Y tal vez volvamos a Vallejos un ratito de la mano de la película de Torre Nilson.




Cuarto encuentro: Virginia Woolf y el lugar de la escritura y de la mujer.

Comenzamos este encuentro contando las sensaciones que tuvieron al leer, por primera vez en el taller, un diario; lectura necesariamente diferente a la de una novela o un poemario. Aquí Nelly nos sorprendió con el relato de cuando ella encontró, no hace mucho, un diario que llevaba su difunto esposo. Así que en seguida surgieron debates acerca de si se debe leer esa escritura íntima, si el que lo escribió presupone esa lectura, cuál es la intención del que escribe un diario, etc. Inés se manifestó enfáticamente en contra de leer lo íntimo y a favor de quemarlo. Otros, en cambio, nos regodeamos con esa lectura que tiene bastante de vouyerismo.
Hablamos de la pesadilla de todo escritor de querer escribirlo todo y de lo póstumo que tiene implícito el diario: rescatando la figura de albacea de Leonard Woolf o de Max Brod ¡que no quemó los manuscritos de Kafka! También reparamos en el recorte que se suelen hacer de estos textos cuando son editados al poco tiempo de fallecer su autor. Como en el caso del marido de Virgina que solo nos presenta los fragmentos del diario vinculados con el quehacer de su esposa y que titulará: Diario de una escritora.
Con estas advertencias nos metimos de lleno en el análisis de los fragmentos elegidos y subrayamos la idea de diario como espacio baúl en el que los textos se irían refinando solos, el diario como máquina célibe y autárquica, pura imanencia de sentidos. Reparamos en la frase de Leonard al excusarse por su selección y que, al decir de Alan Pauls en la introducción al diario, sirve para la lectura de cualquier diario:
"Condena a todo lector a la mas atroz y deliciosa de las melancolías: leer un diario íntimo con la cabeza en otro lado, en el sentido perdido, en todas las frases que debieron ser sacrificadas para que unos pocos dias pudieran sobrevivir".
Hicimos un recorrido por su obra y su biografía, relacionando sus novelas con los fragmentos del diario. Nos entusiasmamos por leerlas, nos abrumamos frente a la realidad que le tocó vivir y a su muerte anticipada. Sonreímos frente a su ansiedad por las críticas de su marido, la recepción del público, sus obsesiones a la hora de escribir y proyectar esas escrituras. Casi diría que nos sentamos a tomar un té con ella.
Luego de nuestra pausa, les hice un punteo rápido por los conceptos revolucionarios y que anticiparían al movimiento de emancipación femenina vertidos por ella en su ensayo Un cuarto propio y casi con media hora de retraso terminamos este intenso encuentro con una de las voces más originales de la literatura inglesa.

Quinto encuentro: Diario del dolor, de Barthes.

Fue, hasta ahora, uno de los encuentros más emotivos que tuvimos. Alguien dijo que esta lectura le agregó un muerto a la familia, otros que sintieron con absoluta identificación las sensaciones de duelo que ahí se describen. Casi todos recordaron a sus muertos y sus respectivos duelos y casi agradecieron la maestría de Barthes por poner en palabras lo que ellos sintieron en cada uno de ellos.
Repasamos su biografía y su extensa bibliografía  para ubicar en los últimos años de su vida la muerte de su madre y la posterior publicación de este Diario de duelo.
Compartí con los talleristas la idea de Michel Dominguez que postula que la salida del closet de Barthes fue la de sacar a luz  su yo, ese que estuvo escondido hasta la muerte de su madre; idea que me seduce mucho, teniendo en cuenta los años de publicación de sus textos más intimistas.
Nos regodeamos en el análisis de la relación simbiótica, patológica para muchos, de Barthes con su madre y en la lucidez del semiólogo para analizar tan concienzudamente el proceso que estaba sufriendo.
Luego comenzaron a leer una y más citas, Barthes los seducía a todos, como siempre hace, con su lenguaje racional y poético a la vez.
Fue un encuentro muy movilizante, en el que todos tuvieron algo que decir y tuvieron el gusto de hacerlo. Siempre sucede así con este francés querido: enciende el ritual de la palabra.
No alcanzó el tiempo para nada más. Casi antes de irnos cambiamos café por mistela y les leí el texto que escribió Calvino en memoria de Barthes. Con las mejillas enardecidas repasamos los textos que nos esperan en nuestro próximo encuentro en el que seguiremos con este grande, gran teórico y también escritor, que asume en carne propia su postulado: todo lector es un escritor.

Sexto encuentro: Deliberación y últimos textos de Barthes.

Como este encuentro lo íbamos a dedicar, junto con Barthes, a analizar las implicancias de escribir, publicar y leer diarios íntimos, comenzamos la ronda contando quiénes de nosotros ha llevado un diario en algún momento de su vida. Aquí comenzaron las confesiones, algunas con vergüenza, como Mirta, Miriam o como Nélida, que aseguró haber encontrado en sus diarios de adolescencias a su propia estupidez hecha palabra. Otras manifestaron la dificultad de reconocerse en lo escrito y Valentín aseguró categóricamente que jamás llevaría un diario. También varios reconocieron llevar diarios de viaje, con la función de memoria y de historicidad.
De manera tal que enseguida nos pusimos en tema y empezaron a surgir cuestiones como el placer de la escritura, los displaceres de las primeras relecturas, el regocijo del intersticio e hicimos hincapié en la frase:
Cuesta más escribir yo que leerlo.
Vimos cómo comienza Barthes el prólogo de Deliberación en el que aparecerán dos diarios de él, diciendo que nunca ha llevado un diario y cómo buceará en todo el texto buscando una respuesta acerca del valor del diario: ¿tiene status de literatura?, ¿el diario debe publicarse? Respuestas que no encontrará y nosotros tampoco.
Mientras tanto reconocimos la afectación que tiene todo sujeto al develar su yo en un diario, los motivos que puede tener para escribirlo (poético, histórico, útópico, enamorado) y la paradoja de cómo un diario debería ser trabajado mucho para ser literario y en ese caso ya dejaría de ser diario.
También notamos la necesidad de Barthes de hacer un cambio en su vida, hecho que logrará con esta exposición tardía de su yo y cómo no puede escapar del egotismo que, acaso, todo escritor tenga.
Mirta planteó una duda que puede ser central de nuestro programa de este año: ¿todo lo que escribe un escritor es literatura?
No quiero olvidarme de la especial atención que le brindaron a los dos textos de Fragmentos de un discurso amoroso, maravillados por la lucidez teórica de Barthes y reconociendo que este autor les "rompió la cabeza" (motivo por el cual reclamaron la pausa etílica en perjuicio de la cafetera). Les gustó mucho La espera como situación de poder y como ritual escenográfico del que espera y desespera. Y rescatamos en la Carta de amor, la idea de dejar sentado que se piensa en el amado, que lo más importante es que la carta llegue a sus manos aunque no haya nada que decirle, a nos ser remarcarle la relación y que se espera una pronta respuesta.
Hicimos entonces nuestra pequeña pausa, nuevamente con mistelita y vimos este fragmento del programa Los siete locos en el que hablan de Barthes:



Luego algunas páginas de este bellísimo libro en el que Barthes por primera vez empezaba a hablar de sí mismo: Barthes por Roland Barthes:
https://archive.org/details/BarthesRolandBarthesPorBarthes



Finalizamos adelantando algo de Marguerite Durás y la escritura de El amante en esta profunda entrevista:



 No nos quedó tiempo para ver estos dos fragmentos:



¡Nos vemos la próxima!

Séptimo y octavo encuentro: Marguerite Durás y El amante

En el primero de los dos encuentros dedicados a esta amada y controversial escritora, nos dedicamos al análisis de su novela El amante, escrita a los 70 años y a partir de una llamada recibida (si hemos de creerle a su autora) después de muchos años: de los hijos, los libros, los otros hombres, las muertes; llamada de aquel amante chino, el que fuera su compañero del despertar sexual y el que le dio nombre a todos los hombres que supieron acompañarla después: "amantes".
"Una mujer que escribe. No hay hombre que lo soporte", dice, brillantemente.
Pero el chino llamó, le dijo que la amaba como siempre y ella escribió esta novela que la catapultó internacionalmente con millones de ventas en pocas semanas, el premio Goncourt y la ubicación en la cima de la literatura francesa.
Hoy la crítica valora más El arrebato de Lol u otros textos de ella, pero El amante es un buen punto de partida para conocer a esta abrumadora y polifacética escritora.
También mencionamos cómo unos años después de esta novela, enterada del fallecimiento del chino, Marguerite vuelve a escribir esta historia, con mayor hincapié en la relación de ellos dos, en sus diálogos, en la perspectiva de su amante y deja un poco de lado sus vínculos familiares que tanto van a estar presente en toda su obra.
En la película, que vemos en nuestro segundo encuentro, se tomaron para el guión ambas versiones de la historia. Así que los talleristas se quedaron con ganas de leer esa segunda versión.
Nos parece una película exquisita, que respeta los textos de Durás y que nos acerca los escenarios en los que transcurrieron estos intensos vínculos, escenarios que contaminan y humidifican todas las situaciones. Aquí contradecimos a esta genial autora que, por ser cineasta también, crítico duramente el film. A nosotros nos encantó. 
Y, para despedirnos, un film sobre el film. A disfrutarlo y hasta nuestro próximo encuentro con otra amada, la avellanedense Alejandra, la nuestra, Pizarnik.




Noveno y décimo encuentro con la querida y avellanedense Alejandra Pizarnik

En el primero de estos encuentros nos dedicamos a conocer su poesía, los últimos poemas agrupados por ella misma bajo el rótulo Textos de sombra y los últimos esbozos de su poesía recopilados por sus amigas y editoras y que fueron agregados a ese apartado.
Observamos la maestría con que eran construidos estos poemas, la condensación de sus versos, la fuerte metaforización y la gran desgarradura, por supuesto.
A esta enormísima poeta que ponía el cuerpo en la escritura, que hacia el amor con las palabras, que las podía buscar con frenesí durante días, muy pronto dejó de alcanzarle el lenguaje:
"para qué escribir si las palabras no logran que nadie me quiera"

En el segundo encuentro hablamos acerca de sus diarios, especialmente los correspondientes a los primeros y últimos años: 1954, 1955 y 1970, 1971, 1972.
Los talleristas pasaron por muchas sensaciones al encontrarse con estas escrituras del yo y la mayoría comprendió que esta lectura es "meterese en la cabeza de ella". No es un diario de vida, ni de viajes ni de la cotidianeidad a la manera de Virginia Woolf, por ejemplo. Es un diario que ahonda en la propia psiquis, que habla del vacío existencial, es un diario duro de transitar.
Alejandra era una gran lectora de diarios, el de Kafka fue su libro de cabecera por mucho tiempo, así que también el suyo es un diario de escritora, un diario que recoge sus lecturas, sus proyectos de nuevas lecturas, sus planes de escritura, sus reflexiones sobre la palabra poética.
Leímos también, gracias a la ayuda de Adriana que sabe francés, los poemas que le dedicó Cortázar, las cartas que ella le escribió a Silvina, luego nos regocijamos releyendo citas de sus diarios. Y nos quedó mucho en el tintero, seguramente porque  Alejandra tiene mucho todavía para darnos.
Para finalizar, en cada encuentro vimos fragmentos de estos documentales:



Y nos despedimos para dentro de 21 días en que analizaremos la Carta al padre, de Kafka.

Undécimo y duodécimo encuentro: Kafka, sus cartas y diarios

En el primero de los encuentros dedicados a este gran escritor analizamos su famosa Carta al padre, texto en el que los críticos cifran el resto de su obra, en la que condensa su problemática personal frente al padre y se advierte la polisemia de sus símbolos.
Adentrarnos en esta carta fue comprender el término kafkiano en toda su expresión.
En una carta a Milena el autor dijo:
"Escribir cartas es comunicarse con fantasmas. No solo con el fantasma del receptor, sino con el propio, que emerge ente las líneas, que se hace presente"
También observamos la gran estructura retórica que tiene esta carta que ganamos para la literatura y que nunca llegó a manos de su destinatario y notamos como aborda los temas desde todos los puntos de vistas posibles y hasta imposibles, adelantando el multiperpectivismo del siglo y la fragmentación del hombre contemporáneo.

En el segundo encuentro leímos fragmentos de sus Diarios correspondientes a los años 1914, 1916, 1922 y 1923 y las últimas Cartas a Milena.
Valentín abrió el debate confesando que ya no lo aguantaba más, ese devaneo constante y la inacción que rodeaba a Kafka lo saca de sus casillas, así que rápidamente dio pie para una crítica intensa al pobre Franz al que, por supuesto, salí a defender. Y lo hice, a la manera de Kafka en su Carta al padre: leyendo el fragmento del diario en el que se compara con su tío y nos muestra la autodescripción más despiadada que alguien puede hacer de sí mismo.
La gran lucidez de este escritor, que hoy luchan varios países por otorgarle ciudadanía y obtener los derechos de su obra, no le permitió en vida, quizá, ser feliz y tomar las determinaciones que debería haber tomado, pero lo transformó en uno de los más grandes autores que supo ver como ninguno la miseria del hombre y lo absurdo y siniestro del mundo en que nos toca vivir.
Para comprender esto les leì el ya casi considerado cuento: Ante la ley y todos, incluso Valentìn, nos congraciamos con este querido y atribulado escritor.


Por primera vez en el taller, ¡nos salteamos el cafecito! Cuando nos quisimos acordar ya habìa llegado la hora del final sin haber hecho nuestra pausa. Quedó pendiente pasar el video que linkeo a continuación y agrego el del que sì pudimos ver (algunos fragmentos) en nuestro encuentro anterior.


Nos despedimos hasta el sábado 21 en el que leeremos la poesía y diarios de Ajmatova, con la visita del especialista en literatura rusa, Omar Lobos.


Trigésimo y cuadragésimo encuentro: la poeta rusa Anna Ajmátova y la visita del especialista Omar Lobos

En el primero de los encuentros dedicados a la dulce Anna de todas las Rusias,  viajamos a las estepas siberianas, a los difíciles años que le tocó vivir a esta gran poeta que los eslavos consideran, nada más ni nada menos, que heredera de Pushkin.

Hicimos un rápido recorrido por el contexto histórico desde el momento de su nacimiento, en 1889 hasta su muerte, en 1966. Los primeros años en su mítico Tsárskoie Seló, cerca de la casa de descanso de los zares, la fama rápidamente adquirida con sus primeros poemas, la pertenencia al grupo de los acmeistas, su casamiento de G y las amistades con M y P, los amores que despertó:
Dice el poeta Joseph Brodsky: “Su sola mirada te cortaba el aliento. Alta, de pelo oscuro, morena, esbelta y ágil, con los ojos verdosos de un tigre polar, durante medio siglo la ha dibujado, pintado, esculpido en yeso y mármol, fotografiado un sinnúmero de personas, empezando por Modigliani. Los versos dedicados a ella formarían más volúmenes que su obra entera”.
Le tocó una vida difícil, muy difícil aunque con temple ruso en sus últimos años diga que le alegra haber sido testigo de años tan importantes: la revolución del 5, la primera guerra mundial, la segunda, el sitio de Leningrado, la revoluciones del 17, las purgas y persecuciones del stalinismo, el fusilamiento de su primer marido, el fallecimiento por hambre en los campos de concentración del tercer esposo, la pobreza extrema, los veinte años de reclusión de su único hijo. Y la lista de padecimientos sigue. Necesitábamos vodka para digerir tanto dolor.
Y sin embargo ahí están sus poemas y no se ve en ellos  el sufrimiento que uno supone que habrá, sí la lucha, la necesidad de testimoniar lo padecido, la asunción de la voz del pueblo, de una voz plural que cuente lo sucedido.
Analizamos Réquiem,  poemario escrito mientras esperaba, durante diecisiete meses junto a otras madres y esposas frente a las cárceles de Leningrado, la sentencia a su hijo, impactados por su forma y por cómo hizo belleza con tanto dolor. Y Nélida muy lúcidamente resumió nuestras sensaciones en una sola frase “Ajmatova vuelve piedra el dolor, pero no se vuelve piedra ella”.
Seguimos con sus papeles personales, los apéndices documentales que dan cuenta de sus desdichas. Nos sorprende, una vez más, el tono vívido de sus textos autobiográficos. Realmente parece feliz de haber vivido en semejante época. Pero se murió de un ataque cardíaco después de dos infartos anteriores. Anna le puso el corazón a su poesía y a su pueblo, al que nunca abandonó.


En nuestro segundo encuentro tuvimos la dicha de la visita de Omar Lobos, catedrático de la Universidad de Buenos Aires, de la Universidad de Lanús, corrector, traductor y especialista en Literaturas Eslavas que nos honró con una cálida exposición sobre la evolución de la literatura rusa desde Pushkin, hoy prócer intocable en su país, hasta la edad de plata en la que Ajmátova fue protagonista. Transitamos junto con él la dureza del lenguaje ruso, los avatares de su conformación como lenguaje literario gracias a la intelligentsia que supo posicionarlo, revisamos en lugar de los intelectuales en un territorio tan vasto y con tanta población campesina y analfabeta. Recordamos las contradicciones de una época y luego nos zambullimos en los poemas de Ajmátova, captamos gracias a Omar de la sonoridad original de sus versos, la musicalidad del lenguaje que inexorablemente perdemos en la traducción.


Disfrutamos enormemente de las performances de Omar al encarnar la voz de la poeta, la pasión con que nos transmitió todo su amor por la literatura eslava, hablamos de Maiakosky, de Platonov, de Pasternak, de Dostoievsy -del cual ha sido traductor-, de Gogol y de la belleza de San Petersburgo.

Y finalizamos la parte formal del encuentro con el fragmento de un documental sobre Ajmátova que nos acercó nuestro invitado con su propia traducción y que pronto postearé aquí.
Estábamos todos conmocionados, el final del documental está ligado con una vieja costumbre rusa de sentarse antes del viaje, Omar nos explicó y dramatizó ese duro momento y todos viajamos junto a él, junto a Ajmátova…










Ya eran más de las cinco, habíamos salteado el café, nos esperaba un licorcito pero Omar nos corrompió a todos con un vodka de su cosecha. Y como la Dama, varios de los talleristas ofrecían sus copas. Afortunadamente teníamos sándwiches de miga para poder maridar y que los talleristas volvieran sanos y salvos a sus casas. La tertulia duró un par de horas más y circularon anécdotas de todo tipo: maletas perdidas en San Petersburgo, modales incorrectos para ir de compras por Moscú, viajes en el tren Transiberiano ¡y hasta las isobaras e isohietas de las latitudes rusas!







Un encuentro inolvidable.  ¡Gracias totales, querido Omar Lobos! Un lujo haberte tenido en El escribiente.



No hay comentarios: