jueves, 6 de diciembre de 2012

¡¡¡Al fin llegó nuestra primera MUESTRA DE FIN DE AÑO!!!!

Se hizo esperar pero fue toda una fiesta o, como dijo nuestro músico invitado: "una verdadera gala literario-musical".
El salón de la Municipalidad, que nos albergó, fue un lujo: un óleo inmenso de Benito Quinquela Martín presidía la sala, las paredes estaban adornadas por una muestra intinerante de pinturas y esculturas; la gente del municipio, representada por el técnico de audio Cristian, nos atendió a las mil maravillas, proveyéndonos de cañon para proyectar las presentaciones y de un audio que le dio fidelidad a nuestras lecturas y a la ejecución de las piezas musicales en vivo.
Estaba todo listo para recibir al público y antes del horario acordado comenzaron a llegar para compartir con nosotras este ansiado momento.

Estoy muy contenta porque pudimos comenzar a tiempo y cumplir con el programa: empezamos con una apertura musical a cargo de Ariel Osuna, en guitarra, y Javier Banchio, en clarinete. Desde el comienzo nos deleitaron estos músicos y contribuyeron, con sus temas, a calmar nuestros nervios por la próxima exposición.

Después rompí yo el hielo con una pequeña introducción sobre qué es escribir y luego presenté a mis talleristas. Ellas se dividieron en dos rondas de lectura: la primera fue inaugurada por Silvia que leyó Lluvia, después Gabriela que leyó Amor y Desamor y cerró Carolina con Al cochinito;


la segunda tuvo la apertura de Nancy con su Libertad, ¡hola!, seguida por Inés con Nada y concluyó Nélida con Miedo.

Seguido a esto, tuvimos un nuevo intervalo musical y luego rendimos un homenaje a Alejandra Pizarnik con la exhibición de unos videos ad hoc que dieron pie para la consigna para el público: tomar unos platos al azar que tenían en su base fragmentos de poemas de la poeta y completarlos, resignificarlos.
Como no sabíamos si nuestro público se iba a animar a escribir, aprovechamos para hacer una pausa etílica e invitarlos con un brindis de cortesía, momento que aprovechamos para relajarnos nosotras también y saludar a todos nuestros amigos.
 Luego de muchas gratificaciones, fotos, besos y felicitaciones llegó la hora de la verdad y el micrófono abierto no se hizo esperar: Andrés, un futuro poeta de tan solo cuatro añitos, me alcanzó su plato para que lo leyera:
la muerte se muere de risa
se muere de risa porque se ríe
¡Ay! Alegrías que nos da la vida cuando la poesía hace su camino y ¡llega hasta una caligrafía recién estrenada!
Con semejante inauguración de micrófono, después pasó de mano en mano y muchos, muchos de nuestros invitados se animaron a compartir sus poemas. Cabe decir que hubo una abrumadora presencia de hombres, así que quizá el año que viene se nos agregue alguno de ellos al taller. ¿Quién querrá encarnar la voz masculina en El escribiente?
Y sombrero aparte para todo el público, que nos acompañó durante la hora y media con un silencio respetuoso y atento, digno de ser agradecido.
El cierre musical marcaba que ya había llegado el fin, pero nosotras no nos queríamos ir. Ya no estábamos nerviosas y el disfrute era cien por cien, pero bueno, deberemos esperar hasta el próximo año. Para que no nos extrañen, a la salida les entregamos nuestra publicación y, para no extrañarlos, les pedimos los platos-poemas con los que haremos una exposición en la muestra 2013, así que... ¡hasta entonces!

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