Encuentro
del 23 de agosto
Con
la ausencia de Nélida que sigue disfrutando de las playas cálidas del Brasil,
nos encontramos para compartir la lectura de Henry James (1843-1916).
Para
ponernos en clima vimos fragmentos de dos películas en las que Hollywood llevó
a escena esta novela.
Necesariamente
nos tuvimos que remitir al contexto de producción de sus obras, dado que como
postula Costa Picazo y otros críticos, James escribe desde una perspectiva
europea, de mucha critica a su Estados Unidos de origen y en un momento en que
la relación entre Europa y América era tanto de atracción como de repulsión.
Por eso no es casual que el tema internacional esté tan presente en sus obras:
el contacto entre el estadounidense y Europa, la idea del americano como bárbaro
en contraposición con el refinamiento y la cultura del Viejo Mundo.
Recordamos
que fue un neoyorquino educado en Ginebra, Paris, Londres y que enarboló la
figura del hombre internacional, culto y refinado pero nunca dejó de ser un
exiliado en ambos continentes.
Con
esta introducción, nos abocamos de lleno a Washington Square, la novela que leímos,
situada en frente de una plaza, en el mismo lugar que el autor vivió, aunque ambientada
unos treinta años antes.
Esta
novela está presentada casi como un melodrama y lo más interesante es la forma
de contarla antes que su contenido. Sin embargo, no deja de ser controversial
la descripción de sus personajes. A Valentín le llamó la atención el padre de
Katherine, al que calificó como un jugador de ajedrez. Inés se focalizó más en
la relación padre-hija, siendo esta última la que no cumple con las expectativas
de su progenitor. Miriam, compadecida de ella, dice que lo único que quería era
agradarle al padre. Pero intuye que el narrador luego “explicará” por qué actuaron
así los personajes (lo que nos da pie para hablar en el taller del
multiperspectivismo jamesiano). Silvia, por su parte marca el desamor absoluto
del padre y el abuso de poder que ejerce manejando el dinero. Comparamos la actitud
de Katherine con la de Nora, el personaje de Ibsen, que fue mucho más radical
en su actuación frente a los mandatos sociales.
Marcamos
luego el viaje a Europa, con la idea de capitalizar los bienes culturales, más allá
de la trama de la novela. De hecho, a mi particularmente me parece funcional,
ya que luego de ese viaje, que se prolongó, Katherine vuelve más sabia: sobre
el final del mismo descubre el desamor de su padre y al llegar a América descubrirá
el desamor de Morris. Al finalizar la novela es una mujer más madura y segura
de sí. Algunos críticos señalan que esta novela anticipa el tema de la
literatura estadounidense: padres contra hijos, hijos contra padres.
Silvia
me pregunta por qué incluí esta novela en el programa y les expliqué cómo James
adelanta el multiperspectivimo y cómo bregaba por la autonomía de la realidad
en el proceso creativo, anticipándose también al formalismo ruso y el
estructuralismo.
Así
que les insistí: lo más interesante de este autor es el tratamiento de los diferentes
puntos de vista de la narración, por ello la consigna de escritura tiene que
ver con eso:
Escribir
un texto narrativo en el que aparezca más de una perspectiva del narrador.
Pueden focalizar en más de un personaje, renarrando, adelantando, etc.