Para
ponernos en clima, vimos este corto sobre el cuento de Abelardo. No se cuida
mucho la estética, pero sirve para recordarnos el argumento.
Ya
estábamos en condiciones de empezar a analizar “El marica”, el cuento de
Castillo. Lo relacionamos con “La mamà de Ernesto”, otro de sus cuentos que leímos
en años anteriores y que al parecer les gustó más a los talleristas.
Vislumbramos en ellos el tema de la traición, de la amistad, de los códigos masculinos
y valoramos aquí más la forma narrativa que el contenido.
Para
mi sorpresa, decidieron pasar rápidamente al cuento de Ana María Shua, que fue
el que más les gustó. Destacaron la verborragia de su protagonista, la utilización
de un registro oral y coloquial muy logrado y la gran verosimilitud de la situación
inicial, del personaje y de su historia. Aproveché para remarcarles cómo la situación
de enunciación (la sesión de depilación) funciona como un leit motiv que
permite un uso magistral del tiempo de la narración, que se verá
permanentemente interrumpida por más de un tiempo pasado que irrumpen en ese
presente. Las chicas destacaron la simbología del color de los malvones, la inadaptación
de esos inmigrantes y el deseo de arraigar, como las plantas. También
observaron la importancia de la figura de la madre que le permite a la
narradora contar su propia vida en retrospectiva.
Para
finalizar nos fuimos a Blaisten y su particular humor en “El tío Facundo” y
esos personajes estereotipados que no se permiten el placer y solo lo harán
cuando aparezca Facundo en sus vidas, por eso luego habrá que matarlo.
Valorizamos aquí la estructura narrativa y yo les marqué (una vez más porque
son duros de convencer) el uso diferenciado e irónico de los clisès y lugares
comunes con los que Isidoro presenta a sus personajes. También recordamos los
cuatro elementos que generar el humor: el absurdo (situación disparatada), la
parodia (imitación burlesca, homenaje), la exageración (sobredimensionar) y la ironía
(expresar burlonamente lo contrario de lo que se quiere comunicar). Notamos en
este texto presente tres de estos elementos, pero no la parodia. Sin embargo,
mientras tipeo este post, pienso en la forma elegida para ocultar el cadáver del
tío Facundo y no puedo dejar de pensar en Poe, así que creo que este autor se divirtió
de lo lindo creando este cuento y se permitió además, homenajear de esta manera
al gran maestro del fantástico.
Para
finalizar dos bellas consignas, que más que consignas son ejercicios para
futuras escrituras:
1-
Definir personajes (y si se desea indagar en uno
mismo también) a partir de lo que dicen, listando sus frases
2-
Transcribir un diálogo escuchado en la realidad
lo más literal que se pueda y presentarlo junto con otro diálogo ficticio (La
idea en el próximo encuentro es descubrir al verdadero).
Para la próxima, textos de los talleristas.
¡Nos vemos!