Llegó una ola de frío a Buenos Aires, pero en El escribiente
nos cobijamos con los textos que siguen trayendo nuestros talleristas.
Arrancamos el encuentro con La llegada, el segundo texto que
presenta Valentín y con el que conmocionó a sus compañeras, quienes
manifestaron haber estado expectantes durante todo el relato de un hombre que
se creía un roble y que sin saberlo le coqueteaba a la muerte. Destacamos la
idea de la muerte como llegada, el buen ritmo sostenido e in crescendo del
relato y como supo, adelantándose a la consigna de Poe, mantener el suspenso y
la unidad de efecto. Sólo le pedimos que oculte un poco ciertos indicios y que
preste atención a los tiempos verbales. Continuamos con Flor, de Miriam, un
poema en el que casi como un arte poética, el yo lírico disfruta un instante de
alto goce estético. Valoramos la adjetivación y el uso de recursos retóricos varios
como la metaforizaciòn, imágenes y oxímoron.
Creo que aquí hicimos la pausa breve, bien breve para el café
y tranquilizar a nuestra querida Silvia que creía que le habían robado el auto
y ya más tranquilos nos adentramos en el texto de Laura, su poema Frágil, que contó
con el gusto de sus compañeras por la dulzura y la idea romántica de la
fragilidad ante el ser amado, le pedimos que preste atención a las rimas que
tiene dispersas por allí y la invitamos a leer poesía más contemporánea como
Pizarnik, Bignozzi, etc.
Terminamos con Niño murguero, de Silvia, quien luego confesó
que surgió después de ver los chicos baleados en la murga del bajo Flores. Un
poema anclado en un epígrafe de Miguel Hernández que subversivamente la autora
quiere incorporar al cuerpo del poema, así que estuvimos pensando alternativas
con el espacio para que su inclusión sea armónica.
Para la próxima, solo tenemos tres textos, así que
intentaremos analizar el poema pendiente de Poe, El cuervo, y de los
compañeros:
-Tras las sombras, de Inés
-Al frasco, de Silvia
-Inmigrantes, de Valentín
¡Hasta el lunes, mis queridos!
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