viernes, 30 de junio de 2017

Fernando Pessoa por partida doble, Pessoa múltiple.

En la misma semana tuvimos nuestro encuentro con Pessoa y todos sus heterónimos en ambos talleres de El escribiente, una semana intensa para esta coordinación.
Hablamos acerca de la génesis de sus heterónimos poéticos más importantes con datos de la carta que el mismo Pessoa le mandó a su amigo Casais Monteiro. (Hacer click aquí para leer la carta entera). Luego empezamos a analizar uno a uno los poemas de cada heterónimo.

Ambos grupos coincidieron en mostrarse muy asombrados frente a la construcción de semejante aparato heteronìmico y Leticia, del grupo de los lunes, no paraba de pensar en las características psiquiátricas del genial poeta.
Hicimos un paneo rápido por la situación de Portugal de principio de siglo, la saudade por el Quinto Imperio y la autoproclamaciòn de Pessoa como el Supra-Camoens y el deseo de instaurar un Quinto imperio cultural, hechos que le dan otra entidad a los 72 heterónimos construidos por el poeta.
Comenzamos con el análisis de los poemas del maestro, Alberto Caeiro, el que al decir de Pessoa: “escribe mal”, porque vivió siempre en el campo y recibió muy poca instrucción. En general a ambos grupos les gustó este poeta bucólico. El grupo de los lunes remarcó la tristeza y los juego de palabras que utiliza y el grupo de los jueves, lo maravilloso de su simpleza y la profundidad que alcanza “Hay mas metafísica en…)
Luego seguimos con Ricardo Reis, aquel que tuvo sus orígenes por 1912 en un poema pagano que escribió Pessoa y que el glorioso día de éxtasis de 1914 fue recuperado como el discípulo más purista de Alberto Caeiro. Los críticos dicen que es el poeta que a Fernando Pessoa le hubiera gustado ser. El mismo Fernando dice que escribe mejor que él, aunque considera que es demasiado purista. En el grupo de los jueves gustó menos, excepto a Beto que afirmó gustarle mucho. Para el grupo de los lunes también resultó muy solemne, demasiado racional. De hecho Pessoa dice que su escritura surge luego de una intensa deliberación abstracta que se concreta, por supuesto, en una oda. Es el más disciplinado de todos en cuanto a su producción.
Continuamos con Álvaro de Campos, el opuesto del anterior, el que escribe cuando siente un fuerte impulso pero no sabe de qué, el más exaltado, el más whitmaniano, incluso por su bisexualidad, culpa y orgullo. El que expresa su admiración por las máquinas, el del sensacionalismo en todo su esplendor pagano. Fue uno de los que más les gustó a ambos grupos. A los talleristas de los lunes les hizo acordar a Chaplin y sus Tiempos modernos, vieron lo existencial de Tabaquería, la intensidad y lo tortuoso que se torna por momentos. Leticia, un poco espantada, marcó su pederasterìa.  Los talleristas de los jueves observaron la contaminación con los otros heterónimos y les hizo acordar a los personajes de Capussoto, notaron también cierto concepto elitista de la poesía y cómo algunos versos pueden ser leídos como microrrealtos: “cuando quise quitarme la máscara, estaba pegada a la cara”.
Finalmente leímos al ortónimo, comenzando con el grito de guerra: “el poeta es un fingidor” y seguimos con los seis poemas de Lluvia oblicua, aquel poema construido en el día glorioso del éxtasis, como reacción de Pessoa por su inexistencia como Alberto Caeiro y en contraposiciòn a los treinta y pico poemas de su maestro, el cuidador de rebaños. La gente de los lunes ya estaba agotada: “llegué cansada a este, deberé releerlo”, dijo alguien, pero marcaron lo onírico y triste, la gente de los jueves marcó la despersonalización y la máscara.
Ambos grupos parecen muy movilizados por este genial portugués que supo conquistarlos. El lunes escuché: “me encantó”, “me transformó” “¿Se drogaba?” Y el jueves: “Yo escribiría así, preguntándomelo todo”, “Me hizo pensar la poesía de otra manera”.
¡Tarea cumplida!

Pausa para reponer fuerzas y prepararse para una consigna compleja: Inventar tres heterónimos (pueden ser dos y ustedes por ustedes mismos, es decir su ortónimo) y sus respectivos textos. De ser posible, partir de los textos para llegar a la construcción del heterónimo que lo escribe. Caracterizar a cada heterónimo. El género de los textos es libre, puede ser narrativa o poesía, pero debe variar en temática y estilos.
Para los que se quedaron con ganas de más Pessoa pueden bucear por aquí:

El próximo lunes tenemos:
-Un tren a Glew, de Valentín.
-El hundimiento, de Leticia.
-Otoño, de Nélida.
-Cuento, de Miriam

El próximo jueves nos esperan:
-Todos los microrrelatos entregados
-La segunda versión de Narciso frente al espejo”, de Gretel.

¡Nos vemos!

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